El pasado mes de noviembre fui de visita a Camprodón, un bonito pueblo de montaña en plenos pirineos, toda una experiencia para los que deseen pasar una bonita jornada fuera de la ciudad.

Camprodón, es un pueblo que está ubicado en la provincia de Girona y cuenta con una población de aproximadamente 2.200 habitantes. Es un paraíso natural para los amantes de la montaña, sus casas y calles de estilo típico montañoso, su gastronomía, su fauna y paisajes son las maravillas que definen a este pequeño pueblo.

Después de aparcar el coche, nos dirigimos al pueblo accediendo por el bonito puente romano que lo caracteriza, todo un símbolo para aquellos que han visitado Camprodón. Adentrándonos, sus calles son estrechas, de piedra, con ventanas de madera y bonitas flores de invierno. Callejeando estas estrechas calles que te invitan a mirar hacia arriba, llegamos a nuestro destino, donde nuestra buena amiga Iris nos estaba esperando, la bodega del pueblo.

Iris, una joven risueña, nacida en Suiza y afincada en Cataluña desde muy pequeña, vive desde hace varios años en Camprodón. Su chico, Toni, es propietario de la bodega donde además de vino, se pueden encontrar un sinfín de productos de Camprodón y resto del territorio. Puede ser de tu interés antes de marcharte, pasar por la bodega y sorprenderte por la cantidad de productos locales que puedes llevarte para saborear; las famosísimas galletas Birba, la deliciosa Ratafía, setas desecadas, entre muchas más opciones para tu elección.

Iris nos tenía un perfecto plan para disfrutar de la zona; una pequeña ruta por el pueblo, recoger setas en una de las montañas cercanas a Camprodón, su cocina perfecta para hacer de chefs en grupo y charlar mientras tomábamos un buen vino, y para finalizar el día hacer un bonito paseo hasta el pueblo vecino llamado “La Roca”.

Tenemos pendiente la próxima visita a Camprodón durante el invierno, donde el paisaje cambia completamente y las actividades de nieve son un gran reclamo.

Una bonita visita, alejada de la ciudad y donde he tenido la oportunidad de visitar una Cataluña distinta. Sentir esa brisa limpia y fresca, sin contaminación, apreciar el silencio y oír como el agua del río fluye sin descanso… Toda una experiencia sensitiva donde desconectar. Gracias a mi novio por acercarme un poco más a la naturaleza.

 Te invito a visitar Camprodón y vivir una experiencia única como lo hemos hecho nosotros.